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Cultura Financiera

Después de leer a Stephen Covey en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, me he convencido de que el pragmatismo del “cómo hacer” dentro de nuestros países de habla hispana es resultado, primordialmente, de los últimos cincuenta años de literatura del éxito en los Estados Unidos.

De acuerdo a Covey, en los últimos doscientos años de literatura norteamericana sobre el tema de cómo alcanzar el éxito en la vida, los primeros ciento cincuenta (aquellos años formativos del país como una potencia económica mundial), apuntan primordialmente al carácter personal como la fuente de la cual surgirán los elementos necesarios para triunfar. Me gustaría llamar a esta “la literatura del ser”.

Esta literatura estuvo profundamente influenciada por el trasfondo religioso que los colonizadores de aquellas tierras trajeron desde Inglaterra y otros países europeos. Sólo basta pasearse por los monumentos dejados en el corazón de la ciudad de Washington para notar las numerosas referencias a Dios y los textos escritos sobre ellos tomados directamente de las Escrituras.

La literatura del ser, según Covey, apunta primordialmente a moldear nuestro carácter al tocar temas como la integridad, la humildad, la fidelidad, la valentía, el honor, la paciencia, el trabajo industrioso, la modestia y la simplicidad.

No obstante, desde la década de los cuarenta en adelante se nota un incremento considerable de una literatura más superficial con respecto al tema del éxito. Es técnica, orientada hacia los procesos. El éxito comienza entonces a depender de la personalidad, las actitudes y el comportamiento. El énfasis en esta literatura, según Covey, tiene dos áreas fundamentales. Por un lado, se enseña al lector cómo manejar las relaciones interpersonales, y por otro se le enseña a tener una “AMP” (Actitud Mental Positiva). Esta es la que yo llamaría “la literatura del hacer”.

Temas típicos de esta clase de libros podrían ser (y aquí cito títulos imaginarios): “Los cinco pasos para hacer amigos y venderles todo lo que usted quiera”, “Cómo vestirnos para triunfar”, “Lo que su mente puede creer, usted lo puede hacer”, y otros por el estilo.

Este tipo de literatura no es errónea en sí misma, pero es importante entender que la literatura del hacer llega al público norteamericano después de ciento cincuenta años de énfasis en la literatura del ser. Una construye sobre la otra.

La literatura del hacer nos deja con una sensación de vacío, nos enseña a crear una máscara exterior y a aparentar lo que no somos con el fin de obtener los resultados que queremos. Estos procesos no son permanentes, como tampoco lo son sus resultados.

El ser en la vida es mucho más importante que el hacer.

En la literatura profética de Isaías, setecientos años antes de Cristo, Dios rechaza la práctica del ayuno del pueblo de Israel y demanda que “desate ligaduras de impiedad, suelte cargas de opresión, deje ir a los quebrantados, comparta el pan con los hambrientos, detenga el dedo amenazador y sacie el alma afligida”.

De nuevo, el enfoque es más en nuestro ser que en nuestro hacer.
Es por eso que lo más importante en tu vida no es concentrarte en “hacer esto o aquello”, sino esforzarte en desarrollar tu ser interior para que sea tu ser el que produzca tu hacer.

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