Hace once años, arrastrada por la caída de su principal socio, la ex URSS, Finlandia se vio obligado a devaluar su moneda. Pero, con el consenso del sector privado, y tras aplicar los ajustes necesarios, salió adelante. Como primera medida, retiró las barreras a las exportaciones y tomó la decisión política de apostar fuerte a la industria electrónica. En paralelo, promovió la competitividad y diversificó su oferta, generando empleo y bienestar social. Hoy, a poco más de diez años del “crack”, Finlandia es el país más informatizado del mundo.
Finlandia (http://www.finlandia.org.mx/) tiene 338.000 kilómetros cuadrados de superficie (menos de la décima parte que la Argentina), de los cuales el 10 por ciento está sitiado por el agua, y casi el 70, cubierto por cerrados bosques. Una cuarta parte del país está dentro del círculo polar ártico, donde, en verano, el sol no se pone durante 73 días y, en invierno, no sale durante 51 días, sumergiendo a sus 5,2 millones de habitantes en una virtual noche que parece eterna. Sin embargo, aún en esas extremas condiciones naturales, Finlandia es uno de los países tecnológicamente más avanzados del mundo.
Los números sustentan la idea. Finlandia tiene un PBI per cápita de 22.600 dólares por año (la Argentina alcanzó los 7.166 pesos en 2001) y encabeza los rankings mundiales de conexión a Internet (25 usuarios cada 100 habitantes) y telefonía celular (3,9 millones de aparatos, lo que implica que el 75 por ciento de las personas tienen celular. En la década del 40, Finlandia se industrializó de la mano de sus recursos forestales, que hoy continúa siendo su principal materia prima (y representa el 30% de sus ingresos). Sin embargo, en la actualidad, el triángulo tecnología-metalurgia-ingeniería genera el 50% de los ingresos del país, siendo la telefonía celular su principal bien de exportación.
En Finlandia, los adolescentes tienen la manía de chatear desde sus celulares y las computadoras son tan comunes en las escuelas, oficinas y hogares como los pizarrones, los teléfonos y las licuadoras. El “home banking” desplazó definitivamente a las operaciones bancarias tradicionales y las empresas de todos los sectores transformaron sus negocios en e-business, al igual que todos los municipios, que operan en la red en el marco de un programa de e-government (http://virtual.finland.fi/). En realidad, sobran ejemplos: todo el país funciona como un laboratorio experimental de sociedad futura.
Sin embargo, no todo fue fácil para los finlandeses. A comienzos de los años 90, el país cayó en una profunda crisis económica, consecuencia del derrumbe de su principal cliente: la URSS. El colapso soviético y la pérdida de los mercados orientales hicieron que, de la noche a la mañana, la producción nacional se contrajera un 13%, que el sistema bancario estuviera al borde del colapso y que el desempleo afectara al 20 por ciento de la población. Y, en 1991, cuando la recesión se apoderó del país, empujado por la parálisis industrial y la ola de bancarrotas, el gobierno del centrista Esko Aho se vio forzado devaluar la moneda.
Según los expertos que argumentaron la decisión, con un Estado tan endeudado como el finlandés de entonces, “la depreciación era la única salida” (http://virtual.finland.fi/finfo/english/teollisuus.html#span). Pero, aunque la medida ayudó a los exportadores a reincorporarse y volver a producir, su efecto sobre el mercado interno fue devastador. Una gran cantidad de compañías cuyos ingresos provenían del mercado interno y que habían pedido préstamos en el exterior perdieron la posibilidad de manejar sus deudas. Todo esto sucedía mientras en la Argentina, el primer gobierno de Menem instauraba, de la mano de Cavallo, la convertibilidad, convirtiendo a nuestro país en vedette del FMI (http://www.imf.org/external/spa/index.htm) y panacea de la receta neoliberal (http://old.clarin.com/suplementos/zona/2002/02/17/z-00315.htm).
La profundidad de la crisis finlandesa demostró que los recursos existentes tenían que ser reorientados radicalmente, tanto a nivel público como privado. Así fue que se elaboró un plan de consenso nacional que demandó la renegociación salarial en todos los sectores, el establecimiento de nuevas y austeras políticas presupuestarias y, sobre todo, el retiro de las barreras a las exportaciones. Un factor importante que influyó positivamente sobre la reforma fue el tendido de telecomunicaciones que Finlandia había desarrollado en profundidad mucho antes de la crisis.
Durante la debacle y los primeros años de la reconstrucción, el país fue totalmente realista. Por entonces que nacieron la mayoría de sus políticas previsoras con metas específicas que aún siguen vigentes. Desburocratizar el Estado para ganar capacidad de reacción de las instituciones ante nuevos escenarios fue uno de los puntos fuertes de la reforma, en la que públicos y privados trabajaron juntos. A la hora de buscar nuevos clientes, el gobierno finlandés apuntó a los líderes: EE.UU. y Japón. Y para no fallar invirtió en la creación de Tekes (http://www.tekes.fi/), un centro de desarrollo tecnológico cuyo único fin fue (y sigue siendo) organizar y ejecutar las políticas gubernamentales en lo referido a la tecnología.
Tekes es la dependencia del Ministerio de Industria y Comercio que tiene el objetivo es promover la competitividad de la industria por medios tecnológicos, además de diversificar y aumentar la producción según demanden las exportaciones para crear empleo y bienestar social. En este marco nació la e-universidad (http://www.avoinyliopisto.fi/english/), un proyecto común de 20 entidades finlandesas dedicadas a investigar las posibilidades de e-aprendizaje y ofrecer a los alumnos una mayor flexibilidad para que puedan completar sus estudios. La suma de estrategia fue tan acertada y resultó tan exitosa que, a pesar de la difícil situación, Finlandia fue uno de los primeros países europeos que estuvo en condiciones y adoptó el euro.
Finalmente, las empresas comenzaron a repuntar, y algunas de ellas, como la telefónica Nokia (http://www.nokia.fi/) tuvieron un éxito espectacular. Mientras estudiaba en la universidad de Helsinki, solo, Linus Torvalds, un joven finlandés creó, en soledad y en su propia PC, el revolucionario sistema operativo Linux (http://linux.com/), que trastocó el universo de la programación como ningún otro. No hace mucho, Carly Fiorina, CEO de Hewlett Packard (HP www.hp.fi), dijo que Finlandia es “el nuevo Silicon Valley” y corporaciones internacionales como HP, IBM (http://www.ibm.com/fi/) e ICL (http://fi.services.fujitsu.com/) empezaron a considerarla parte del mundo.
Paralelamente, Finlandia también se ganó el número uno en otras áreas: el Foro Económico Mundial (http://www.weforum.org/) la colocó al tope de su ranking de desarrollo ambiental sustentable, premiando sus políticas de protección del ecosistema, la minimización de la contaminación de agua y aire y su alta capacidad para manejar crisis y problemas relacionados con el efecto invernadero. Por su parte, Transparencia Internacional (www.transparency.org) la nominó como el país con menor grado de corrupción en el mundo, calificándola con 9,9 puntos sobre 10 (Argentina “arañó” 3,5). Y, como si fuera poco, el Instituto Internacional para el Desarrollo (<http://www02.imd.ch/) lo consideró el tercer país más competitivo del mundo, detrás de los EE.UU. y Singapur.
Lo que verdaderamente llama la atención de Finlandia, la sociedad más informatizada del mundo, es que no estaba entre los candidatos al puesto. Después de todo, es una pequeña nación cuya escasa población vive cultural, idiomática y climatológica
Nokia, el caballo de tiro de la reconversión
Uno de los máximos impulsores de la transformación finlandesa ha sido la compañía Nokia (http://www.nokia.fi/ ), líder mundial en lo suyo, indiscutido buque insignia de las telecomunicaciones finlandesas. Fundada en los años 70, a poco de nacer, la empresa se integró como accionista a Televa, una compañía estatal que venía apostando muy fuerte al desarrollo de la telefonía digital. Y así, acertando y sosteniendo el rumbo, en apenas dos décadas logró convertirse en uno de los principales grupos de telecomunicaciones del mundo.
En los 90, cuando estalló la crisis que derrumbó la economía finlandesa, Nokia todavía era un conglomerado industrial local, dedicado a la explotación del papel y su pulpa, pero también a la fabricación de cables, neumáticos, televisores y hasta botas para el ejército. Pero cuando la empresa empezó a padecer los efectos de la recesión, Kari Kairamo, su legendario CEO, decidió que, para salir a flote, Nokia debía concentrar sus esfuerzos en la industria de la electrónica.
Kairamo y su equipo realizaron, entonces, agresivos esfuerzos para internacionalizar las actividades de la firma y consolidarla como uno de principales productores de electrónica de toda Europa. Y, pronto, Nokia se convirtió en el tercer fabricante de televisores del Viejo Continente, posición que le permitió diversificar su producción y garantizar su despegue. Empezar a producir PCs, teléfonos fijos y los primeros celulares análogos sólo fue cuestión de (poco) tiempo.
En 1992, Jorma Ollila, el ejecutivo que sucedió a Kairamo, reforzó el rumbo. Y en cuanto apareció la tecnología que digitalizó los celulares, ya especializado en telefonía, Nokia picó en punta, dejando atrás a sus más febriles competidores, la estadounidense Motorola (http://www.motorola.com) y a la sueca Ericsson (http://www.ericsson.com). En 1999, la empresa finlandesa ya era lo que sigue siendo hoy: el fabricante de teléfonos móviles número uno del mundo y la firma más rentable de las firmas del sector.
En los últimos años, Nokia enfocó sus esfuerzos hacia la Internet inalámbrica, una tecnología que, según sus actuales ejecutivos, refrendará los éxitos conseguidos en el pasado reciente. Mientras tanto, y si el volumen de sus ventas sigue creciendo el 30% anual, tal cual lo viene haciendo desde 1993, Nokia seguirá siendo dueña de su sillón en el Olimpo de las comunicaciones. Los números son la garantía que aseguran su liderazgo: sólo en el último cuatrimestre de 2001 la empresa facturó 8.788 millones de euros.
Arabianranta, la primera ciudad virtual, es finlandesa
Por el momento, los palacios tienen la consistencia de un videogame y las mujeres que pasan por la calle parecen hermanas gemelas de Lara Croft, la heroína virtual. Sin embargo, en los próximos meses, la Ciudad Virtual de Helsinski (http://www.adchelsinki.fi) dejará de ser un proyecto simulado en una computadora para transformarse en una realidad al alcance de la mano.
Se trata, en concreto, del primer experimento a nivel mundial de comunidad inalámbrica integral. Cuando empiece a funcionar, su población estará constantemente conectada a una red a través de teléfonos celulares, palmtops, PCs y televisores que permitirán ver online cómo cambia la vida mientras tanscurre, durante las 24 horas del día. Por ejemplo: es viernes a la noche, usted acaba de salir del trabajo pero está demasiado cansado para ir al gimnasio.
Justo entonces, recibe un mensaje por celular que le avisa que, en uno de los cines de su barrio, están dando una película de su director preferido. Bastará mandar un mensajito que el sistema redistribuirá a todos los integrantes del grupo “gimnasio” para cambiar las flexiones y la colchoneta por la butaca del cine sin que nadie se moleste. Para asegurarse un buen lugar en la sala, no tendrá más que reservarlo a través del browser de su celular y el costo de la entrada le será descontado de su tarjeta prepaga.
A esta altura, también estarán cambiando los planes de la casa. Y como regresará más tarde, el calefactor tendrá que encenderse recién a las 23, cambio que usted también podrá realizar desde el teclado de su celular. Sólo resta esperar que la película sea buena, dato que podrá confirmar leyendo las críticas de los principales diarios en su palmtop conectada a Internet.
Así como el “sistema” conoce su domicilio, también registra el de su pareja y, por qué no, el de sus compañeros de gimnasia; funcionando como un gigantesco banco de datos que almacena en su memoria los perfiles de todos los ciudadanos con la información que ellos mismos le habrán suministrado. Sueño o pesadilla, nadie puede decirlo, pero después de las innumerables fantasías de los escritores ciberpunk y de las tentativas de varias comunidades electrónicas de todo el mundo, éste es el proyecto más avanzado y concreto de hiperconectividad interactiva conocido hasta el momento.
La diferencia sustancial reside en que las interacciones entre las personas y el sistema podrán realizarse “sin hilo” y, por lo tanto, en movimiento, desde cualquier lugar. Porque gracias a los celulares Gprs (que ya existen) y los Umts (que llegarán antes de 2002), los habitantes de la nueva ciudad estarán permanentemente conectados a Internet. Todo esto sucederá en Arabianranta (http://www.arabianranta.net/), un territorio desértico y acosado por el viento, ubicado en las afueras de la capital finlandesa.
Si todo sale como está previsto, hará que, de aquí al 2010, recalen allí 12.000 nuevos habitantes y unas 700 compañías tecnológicas. Las pruebas generales comenzarán en los próximos meses, cuando los empleados de las 300 empresas ya instaladas en el área conecten los primeros celulares de última generación (con transmisión de datos a 144 kilobits por segundo contra los 9,6 actuales) y el resto de los aparatos que harán posible la convivencia telemática.
La elección de Finlandia para realizar el experimento era cantada: allí nació, en 1991, el estándar gsm, que después fue adoptado en el resto de Europa y que hoy utiliza el 70% de los teléfonos celulares. Entre los que esperan que la ciudad virtual sea un éxito figuran los nombres de varios de los involucrados, desde Nokia (www.nokia.com) hasta IBM (www.ibm.fi), pasando por Sonera (http://www.sonera.fi/), la empresa local de telecomunicaciones, y Digia (http://www.digia.com/), el fabricante de software especializado en aplicaciones “inalámbricas”.
Entre las aplicaciones informáticas disponibles estará Ideafactory, una aplicación desarrollada por la firma local Decretum (http://www.decretum.com/), que sirve para realizar sondeos instantaneos y votaciones seguras y que consiste en un paquete multiuso que se ocupa, incluso, de la vida sentimental: cualquier habitante puede consultar los intereses de los demás y así hallar la compañera o compañero ideal. Cualquier compra, cualquier actividad realizada online dejará un rastro que el sistema memorizará y terminará enriqueciendo su perfil electrónico.
Así, si por un lado la localización vía gps estará en condiciones de indicarle a través de un mensaje que, a la vuelta de la esquina, están liquidando su marca preferida de camisas, el mismo mecanismo sabrá decirle a su mujer o a su marido que no era verdad que usted había estado todo el día en la oficina. “El mayor interrogante”, admite Kishore Swaminathan, director del Centro para la Investigación Tecnológica Estratégica y autor de un estudio sobre comunidades online, “es saber si la sociedad está dispuesta a renunciar a su propia privacidad”. La respuesta cobrará vida en las calles de la ciudad virtual de Helsinski.
© La Repubblica
Traducción de Claudia Martínez