fbpx

Cultura Financiera

Hace unos días, un amigo me comentó muy emocionado: “Acabo de ver una promoción especial para una televisión con la que siempre he soñado. Está en 24 pagos sin intereses.

El único problema es que mi esposa insiste que no la necesitamos y que sería mejor ahorrar este dinero para el nacimiento del bebé. Ella no entiende lo feliz que me haría tener esa belleza en casa. No sabe la frustración de crecer careciendo de lo que todos los demás tienen. Yo no quiero que mi hijo pase por eso. Quiero comprar esa televisión, necesito tener esa televisión y más que para mí, es para mi bebé que viene en camino”.

Tener contentamiento con lo que poseemos, es una gran virtud. No todo lo que queremos es realmente necesario. La publicidad que nos rodea, nos hace pensar que no es posible vivir sin tal o cual objeto. Debemos reconocer que es más importante ser personas de integridad y de valor que tener cosas de valor. Lo que poseemos no define lo que somos, aunque nuestro entorno nos diga lo contrario.

Sin embargo, en muchas ocasiones no estamos contentos con lo que tenemos. Siempre queremos más, la ropa de cierta marca, un refrigerador más grande, un sueldo mayor, un automóvil más nuevo o una casa en un mejor barrio. El problema es que nunca es suficiente. Entre más se tiene, más se quiere. El problema no es de afuera, la raíz está adentro. No es malo tener sueños para progresar, siempre y cuando, tengamos contentamiento con nuestra situación actual y el camino para alcanzar las metas esté pavimentado de trabajo arduo, honestidad, excelencia y balance en la vida.

Es muy conocida la historia del hombre cuyo hijo siempre dijo: “Cuando sea grande, quiero ser como tú”. El padre, un gran empresario, siempre estaba demasiado ocupado en sus negocios como para dedicarle tiempo al pequeño cuando jugaba al fútbol, cuando estaba triste porque alguien se burló de él, cuando enterró a su mascota preferida o cuando salió victorioso de una dificultad. El hijo siempre decía: “No te preocupes papá, cuando sea grande quiero ser como tú”. Al paso del tiempo el muchacho creció y fue exitoso en el mundo de los negocios, igual que su padre. Sucedió que cuando el papá le llamaba para saludarlo, ahora era el hijo el que siempre estaba ocupado. Tenía tiempo para los negocios, pero no para la gente importante en su vida. Este hombre había ganado dinero, pero había perdido a su hijo y éste ahora repetía la historia.

El gran sabio Salomón dijo: “La bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza con ella”. Amigo, ¿quieres ser prosperado en todo el sentido de la palabra? Busca la bendición de Dios en tu vida y el contentamiento que Él puede darte cada día.

Entonces, el estar satisfecho y vivir dentro de los límites de lo que en realidad tenemos y no deteriorar las relaciones familiares con el afán de tener siempre más y más, es una cualidad que nos ayuda a vivir con plenitud. Quizá no compres la televisión que tanto anhelas, pero vivirás y dormirás más tranquilo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *