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Cultura Financiera

En el libro de Proverbios se dice: «No te afanes por hacerte rico, sé prudente y desiste». Dios nos aconseja, en varias ocasiones, que no confiemos en las riquezas. Según esto, algunas personas piensan que serán obedientes si viven con el mínimo de dinero y trabajan lo menos posible. Sin embargo, esa no es la verdadera enseñanza de la Palabra de Dios.

San Pablo en 2 Tesalonicenses nos dice: «Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma». Además de esto, Deuteronomio 8 nos explica que Dios mismo es el que nos da la habilidad para hacer las riquezas. Si Él es la fuente de todo, entonces no se puede hacer una aplicación como la que mencionamos.

¿Dónde está el equilibrio? Cuando vemos ambos lados del asunto, encontramos que Dios quiere que trabajemos más arduo, como si trabajáramos para Él. Lo que no quiere es que permitamos que las riquezas se conviertan en el enfoque principal de nuestras vidas. Si esto sucede, prioridades como nuestra relación con Dios, con la familia, el trabajo, la iglesia o la comunidad sufrirán falta de atención y de tiempo.

¿Y qué hay sobre ahorrar para el futuro? Esta es un área que también está bastante fuera de equilibrio. Por un lado, Jesús acusa a un hombre rico de ser necio por derribar sus graneros y construir unos más grandes para guardar su cosecha. Por otro lado, elogia a las aves del campo que solo viven un día a la vez. Parece ser que Dios quisiera enseñarnos que ahorrar para el futuro no es una idea bíblica…

Sin embargo, el pasaje que se refiere al ahorro se encuentra en el libro de Proverbios. Allí dice que debemos ser «como las hormigas», que reúnen en el verano para cuando llegue el invierno. Ellas reúnen hoy más de lo que necesitan, para tener lo suficiente el día de mañana.

Entonces: ¿no contradice esta idea de la hormiga a la parábola del rico necio y otros pasajes similares? No, no del todo. La Palabra de Dios es clara con respecto a que debemos planear anticipadamente. Pero, al mismo tiempo, nos dice que no debemos amontonar o atesorar solamente para nosotros mismos, como en el caso del rico necio.

Ambas condiciones son verdad bíblica. Presentan el mismo tema desde dos ángulos diferentes y creemos que ese es el secreto para encontrar el equilibrio. Los principios de Dios son como un canal de agua con dos lados, dos paredes por los costados. Por un lado, tiene los patrones de Dios desde una perspectiva y, por el otro, los patrones son puntos de vista diferentes. Mientras nos mantengamos dentro del canal, dentro de la voluntad de Dios, estaremos equilibrados.

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