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Cultura Financiera

La esclavitud financiera es el resultado de varios factores. En el caso latinoamericano, una de las causas que identificamos es la de tener actitudes erróneas con respecto al dinero.

Santiago 3:16 dice: «Porque donde hay celos y contiendas, allí hay desorden y toda práctica perversa». Donde hay una actitud negativa hacia la vida, allí hay problemas. Si tiene actitudes erróneas con respecto al dinero, tendrá problemas y terminará en esclavitud financiera. El orgullo, los celos, la avaricia, el tratar de competir económicamente con un amigo, pariente o vecino, son algunos ejemplos de actitudes incorrectas en cuanto al dinero.

Practicamos el famoso dicho: «¿A dónde va la gente? Adonde va Vicente». Nos dejamos llevar por la sabiduría popular y nos olvidamos del mensaje central de San Pablo en Romanos 12:2: «No se amolden al mundo actual, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto».

Como no transformamos nuestra mentalidad caemos en la esclavitud financiera. Proverbios 21:5 dice: «Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!». Lamentablemente, planeamos poco. Muchas veces es porque creemos en una actitud “otro-mundista”. Donde pensamos que, como el Señor ya viene, no tenemos que esforzarnos mucho en esta vida. Aunque esperarlo está bien, es indispensable cumplir con Mateo 24:46: «Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber». Recordemos, si queremos ir por el camino de la ganancia, necesitamos desarrollar un plan bien diseñado.

Nuestro deber no es convertirnos en personas con más dinero, hacer negocios más grandes ni crear ministerios estelares. Es mantenernos fieles a Jesucristo. Dice en 1 Corintios 4:2: «Se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel». Nuestra responsabilidad no es la de limpiar la casa porque el Señor puede llegar esta noche, sino mantenerla siempre limpia. A pesar de que Él no llegue hasta mañana por la tarde.

Tenemos que aprender, como decía el famoso evangelista D.L. Moody, «a planear como si viviéramos cien años y a vivir como si no llegáramos al final de este día». Comencemos a orar y a planear como si fuéramos a vivir un siglo, pero también comencemos a trabajar como si el Señor fuese a venir hoy mismo. Debemos resolver los problemas que tengamos y cambiar la forma en la que vemos el mundo. ¡No esperemos más para adoptar una mejor actitud!

Sería una vergüenza para muchos de nosotros que el Señor viniera hoy mismo y que nos viera metidos en los aprietos económicos que tenemos. Si necesitas cambiar en el ámbito financiero, este es el momento de hacerlo. Recuerda que el Señor vendrá en cualquier momento.

Nuestra tarea es manejar el patrimonio que Él nos confió con absoluta fidelidad a Su Palabra. Desecha de las actitudes erróneas que tengas en cuanto al dinero y trabaja como un fiel administrador: con planes bien pensados. Te garantizamos que, al hacerlo, encontrarás muchas ganancias.

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