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Cultura Financiera

«Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento». (Proverbios 6:6-8)

Las palabras del sabio Salomón nos enseñan que debemos prepararnos en la juventud. Es decir, durante los días de nuestro “verano” para cuando lleguen el otoño y el invierno de nuestra existencia. Esos serán los días en que tendremos la libertad de dejar el trabajo que estamos haciendo y podremos recibir un sustento económico para otras cosas.

Es importante notar que la jubilación o el retiro son un invento moderno. No hay ninguna ley moral ni física que nos diga que necesariamente debemos retirarnos a los 65 años. Solo hay un pasaje en la ley judía que habla específicamente del traspaso de las funciones del templo de un sacerdote mayor a uno más joven. Algo que se realizaba por lo pesado que era el trabajo de matar bueyes y ofrecer los holocaustos, no por el hecho de haber llegado a una determinada edad (Números 8:23-26).

Existen personas que se retiran en la década de los 40 y otras que los hacen a los 50. Incluso existen algunos que tienen más de 80 años y continúan su vida productiva… Debemos planear para el futuro, para el momento en que vayamos a dejar nuestro trabajo regular. Para hacerlo, debemos tomar en cuenta que hay mucha gente que vive cada vez más años, debido al continuo avance de la ciencia, la tecnología y la medicina. El Seguro Social y la jubilación que proveen nuestros países no siempre son suficientes; ayudan, pero no son lo que necesitamos para vivir dignamente.

Deberíamos tener un plan de retiro. Para eso sería bueno que leyeras algún libro específico de tu país que tenga que ver con la manera de planear para la jubilación. En general, para jubilarnos y mantener el mismo nivel de vida que tenemos, necesitaremos proveernos de un salario que sea aproximadamente 75% de nuestras entradas actuales. Nadie dice que debemos abandonar la fuerza laboral a los 65 años…

Existe un estudio realizado en Harvard entre 1980 y 1990 con algunos alumnos graduados de la institución. De aquellos que se retiraron en 1980 y dejaron de trabajar, el estudio indicaba que, para 1990, 6 de cada 7 estaban muertos. De aquellos que habían continuado trabajando esos 10 años, 6 de cada 7 estaban vivos.

Trabajar más allá de nuestra jubilación puede ser positivo: nos da algo que hacer, mantiene activa nuestra mente, nos hace sentir cómodos y útiles. Nos da la sensación de que estamos aportando algo a la sociedad en que vivimos. Ese será el momento de hacer un cambio de carrera o de invertir en los demás.

Muchas veces tratamos a nuestros jubilados como gente inútil cuando, en realidad, no lo son. Tienen acumulada una valiosísima experiencia que han ganado con los años. Es importante poner esa sabiduría a trabajar.

Entonces, no necesariamente debes detener tu actividad laboral a una determinada edad. Puedes seguir con tu carrera; cambiarla y estudiar otra cosa; hacer nuevos negocios; ayudar a los más jóvenes; salir de viaje… Siempre es bueno vivir una vida activa y, sobre todo, vivirla sintiéndose útil para los demás.

Dejando de lado las circunstancias de salud y las situaciones que van más allá de nuestro control: la decisión es tuya. Puedes planear para convertirte en un inservible, un vegetal que hay que mantener y cuidar, o vivir una vida plena y radiante hasta el último día que tengas. Tú eliges si serás una carga o si preferirías que te recuerden como alguien de ayuda y bendición para los demás.

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