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Cultura Financiera

Me imagino que no existe nadie en todo el mundo que no quiera ser feliz. La pareja que está a punto de casarse, los padres que esperan el nacimiento de un bebé, los jóvenes que van a empezar su primer trabajo, la persona que ganó un concurso y espera la entrega de su premio…

Y tú, ¿qué es lo que anhelas para ser feliz?

En cuanto a mí, ya he logrado la felicidad, gracias a Dios. Yo creo que ser feliz es un estado del alma y es una decisión personal. Uno decide ser feliz sin importar las circunstancias en las que se encuentre. Uno puede decidir tener paz, estar contento, disfrutar del trabajo que tiene, disfrutar de la familia, tener fe en que Dios lo ayudará y lo guiará día a día. Son las cosas importantes de la vida, y uno puede decidir enfrentarlas de una manera positiva. En verdad, no me quejo de nada… excepto que los años están pasando muy rápido y me voy a poner viejo algún día. Pero para entonces, tengo la esperanza de ir al cielo para estar con mi Salvador, el Señor Jesucristo… y reunirme de nuevo con muchos seres queridos que se han adelantado a la vida eterna.

Debemos tener una actitud positiva frente a la vida y decidirnos a ser feliz a pesar de las circunstancias. Claro, siempre vamos a tener problemas. De vez en cuando nos llega una noticia triste, la pérdida de un ser querido, o no logramos una meta deseada. Pero no por eso debemos perder la perspectiva que tenemos como hijos de Dios. Los problemas son pasajeros y se solucionan. Las dificultades se superan.

Unos amigos sufrieron la muerte de su hija que tenía cuarenta y dos años de edad, y dejó a tres niños. Ellos dicen que la pérdida ha sido muy difícil de superar, y me imagino que sí. Sin embargo, ellos no se han derrumbado en su vida personal, sino que han seguido adelante con fe y el deseo de continuar en los caminos de Dios. Su actitud me recuerda lo que dijo el apóstol San Pablo: “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos”.

Ellos me dicen que la muerte de su hija fue aún más difícil que la muerte de sus ancianos padres, y yo comprendo por qué es así. Sus padres ya habían vivido con plenitud y habían terminado bien. Ya era su hora de morir. Pero la hija de cuarenta y dos años y madre de tres niños, murió antes de tiempo, sin terminar su carrera. Sus hijos todavía la necesitaban mucho. Pero por alguna razón, fue la voluntad de Dios que ella muriera tan joven, antes de lo esperado. Y para su familia fue difícil aceptar la pérdida.

La grandeza en la vida no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos. Entonces, yo creo que nosotros debemos levantarnos de los golpes de la vida. Algunas personas se ahogan en un vaso de agua, cualquier problema por pequeño que sea, las derrumba. ¡No debemos ser así! Tenemos todo para ser felices con la ayuda de Dios.

Entonces, no pierdas tu perspectiva como hijo de Dios. Los problemas son pasajeros y se solucionan. Las dificultades se superan. La felicidad es mucho más profunda que tus circunstancias. Disfruta de la vida.

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